Y miraba desde su balcón, ese balcón que le acompañaba cada tarde, donde veía posarse las palomas y un pequeño periquito perdido, así ella se distraía cada día en su reclusión involuntaria, ella no había cometido ningún crimen, pero como la gran mayoría del mundo, estaba ella, con las tecnologías y sus compañias virtuales, que sería de ella sin ellas? Sin esas largas conversaciones que se desviaban siempre debido al desvarío que le causaba la cuarentena.
Había aprendido a conocerse bien, conocer a las personas que le rodeaban, y saber quién estaba ahí, y quien era una fachada.
Llegó a darse cuenta hasta de que no era tan importante para aquella persona a la que amaba, y, también se dió cuenta que esa relación estaba muerta hace ya algún tiempo.
Ella ya no lo admiraba como antes, y a él empezaba a estorbarle.
Él, ya era algo mayor para encontrar el amor verdadero, y ella, ni siquiera quería buscarlo, ya no creía en esos cuentos de hadas producidos por Disney, eran una patraña.
Y así, en su reclutamiento, se dió cuenta de que quería disfrutar de su cuerpo, vivir experiencias, vivir la vida, con compañeros nuevos que quisieran exactamente lo mismo que ella.
Y así, reclutada, fue como se dió cuenta realmente de qué era lo que haría a partir de Entonces
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